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Cocinero crea un comedor social tras ganar la lotería

Actualizado: 14 ene

La vida de nuestro protagonista de hoy, Roberto Mendoza, podría servir perfectamente de guión para una película. En esa película se vivirían momentos amargos, periodos de esfuerzo, tiempos de alegría y finalmente se descubriría a una persona bondadosa.



Roberto nació en El Salvador, en el seno de una familia muy humilde. Durante su niñez fueron muchos los días que tuvo que irse a la cama sin haber probado bocado. Se acostaba habiendo bebido únicamente un vaso de agua.


Como dice el refrán, a perro flaco todo son pulgas… Si ya de por si la vida de Roberto era triste, a sus penurias hay que añadir un intento de secuestro.



Aunque realmente, a partir de este hecho tan traumático fue cuando la vida del joven Mendoza empezó a cambiar.


Para garantizar la seguridad de Roberto, tras el intento de secuestro, el Ejercito de Salvación le evacuó como refugiado a Canadá, para posteriormente buscarle ya un acomodo definitivo en los estados Unidos, concretamente en el estado de California.


En su nueva vida, Roberto emprende con alegría su formación. Le gustan los idiomas y la cocina, así que se apunta a cursos de inglés, francés y hebreo y también a una escuela de formación profesional del ramo de la cocina.


Roberto descubre que tiene habilidad para la cocina, se presenta a varios concursos y gana fama internacional. Entre los comensales famosos para los que ha cocinado destacan ex-presidentes de los Estados Unidos como Clinton, Bush u Obama.


Las penurias pasadas en su Salvador natal ya quedan muy lejos, el esfuerzo y un poquito de suerte han cambiado por completo la vida de Mendoza.


Pero el golpe de suerte definitivo le llegó a Roberto en una visita que le hizo su madre. Ella le dijo que comprara lotería ya que “presentía que iba a ganar”.


No muy convencido, ya que no es jugador habitual, decidió hacer caso a su madre y gastar 5 dólares en comprar un boleto de lotería.


Esta compra “obligada” le reportó un premio de 250 mil dólares.


Es a partir de este momento, cuando ya cuenta con un colchón financiero suficiente, es cuando Mendoza comienza su actividad filantrópica. Con el dinero del premio compró en su ciudad natal un terreno en el que construyó un comedor social para necesitados. En sus propias palabras, intento que ningún niño tenga que pasar hambre como a mí me ocurrió.

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