Las estadísticas dicen que un alto porcentaje de los ganadores de grandes premios en la lotería pierden todas sus ganancias en un plazo de 5 años.
Al recibir el premio de la Super 7, en vez de dejarse asesorar por especialistas en finanzas, Sharon empezó a gastar el dinero como o si nunca fuera a terminarse. Compro una casa grandes, coches de lujo, ropa de diseñadores de prestigio, organizaba lujosas fiestas, realizaba viajes exóticos y prestaba dinero a familiares y amigos. Cuando se quiso dar cuenta el dinero había desaparecido.
Tirabassi, actualmente con 35 años, rememora esa etapa y asegura que nunca pensaba que eso pudiera ocurrir.
De vez en cuando revisaba su cuenta corriente, pero al ver que aún aparecían muchos “ceros” no creía necesario poner límite a su estilo de vida. Así hasta que un día vio que sólo le quedaban 750.000 dólares.
A partir de ese momento la diversión paro y volvió a su vida de “antes”.
Tirabassi asegura que hoy es más feliz que en sus tiempos “locos”, que actualmente la vida tiene más significado que cuando únicamente se dedicaba a las compras compulsivas.
Trabaja a tiempo parcial como trabajadora de apoyo personal y está criando a sus seis hijos en una casa alquilada en el centro de Hamilton.
Su esposo, Vinny, de 35 años, tiene otros tres hijos de una relación anterior.
Consultada sobre cómo les fue la vida, Vinny se encoge de hombros y se fuma un cigarrillo en la puerta de su casa.
“Viví así toda mi vida, nunca fui rico”, dice. “Crecimos así, así que estamos acostumbrados”.
Casi todo lo que queda del premio está en manos de los hijos de Tirabassi que podrán disponer del dinero cuando cumplan los 26 años.
Sharon dice no estar arrepentida de su etapa loca, “simplemente así ocurrieron las cosas”, “ahora estoy de nuevo en la misma situación que al principio”….
Antes de su victoria, Tirabassi había estado viviendo en un apartamento en el este de Hamilton con sus tres hijos en ese momento, cada uno de un padre diferente.
Por aquella época, la señorita Mentore (apellido de soltera), acababa de conseguir un trabajo como proveedor de cuidado personal y previamente había recibido ayuda de la asistencia social..
Así transcurre su vida hasta que el fin de semana de Pascua en abril de 2004, ganó el jackpot de la Lotto Super 7.
Para alguien que había pasado su adolescencia de casa de acogida en casa de acogida, recibir ese dinero fue algo para los lo que no estaba preparada. En su nueva vida de millonaria pensaba que el dinero siempre seguiría ahí, que nunca se terminaría.
De repente, la vida era el mejor de sus sueños. Se llevó a amigos a viajes espectaculares con todos los gastos pagados a Cancún, Florida, Las Vegas, California y el Caribe.
Ella compró una casa, y se casó con Vinny. Juntos tuvieron tres hijos.
En 2006, los recién casados y la familia Tirabassi se mudaron a una mansión de lujo de $ 515,000 en Ancaster. A pesar de la lotería, Tirabassi tuvo que pedir una hipoteca de $ 360,000 sobre la casa.
Los vecinos de Ancaster odiaban a ese Cadillac. Equipado con giradiscos interiores y mezcladores de sonido, hizo sonar el hip hop en un barrio que estaba acostumbrado a la tranquilidad en sus calles. Pero a Tirabassi tampoco le agradaban residentes de la zona. “No les gustaban los jóvenes”, dice ella.
Además de los vehículos extravagantes, una gran parte del dinero fue para familiares y amigos. Demasiado, admite ahora Tirabassi.
Ella le dio a sus padres $ 1 millón. Otros $ 1.75 millones se dividieron entre sus cuatro hermanos.
Ella compró varias casas en Hamilton y las alquiló a precios razonables para las familias. Ella dijo que pagó el alquiler de la gente, prestó dinero para ayudar a un amigo cuando su esposo fue a la cárcel y ayudó a otros dos amigos a iniciar un negocio en Toronto.
“El dinero es la raíz de todo mal”, dice Tirabassi, sacudiendo la cabeza.
Vinny está de acuerdo. “Los amigos con los que no había hablado en mucho tiempo vinieron a llamar”.
“El dinero no te compra la felicidad. Le causó muchos dolores de cabeza “, dice. “Ella perdió muchos amigos, mucha familia”.
En el año 2007, según una entrevista de Hamilton Spectator en ese momento, Tirabassi ya había gastado la mitad de sus ganancias y estaba viviendo de los intereses de inversiones en los otros $ 5 millones.
Ese año, Vinny estrelló el Mustang.
Se declaró culpable de dos cargos de incapacidad para conducir y daños corporales. Fue sentenciado a 18 meses de cárcel y le retiraron el carnet de conducir durante 5 años.
En el año 2.011 tuvo que volver a presión por haber incumplido las medidas cautelares que le fueron impuestas y por conducir sin carnet.
En 2008, mientras Vinny estaba en la cárcel, la pareja perdió la casa de Ancaster.
Sharon de tuvo que mudar a Hagersville, Ontario, y, una vez que Vinny salió de la cárcel, pasaron un tiempo viviendo en Edmonton. Sus cambios de domicilio eran constantes.
Hoy en día, los millonarios sin dinero de Hamilton viven en una tranquila calle industrial, no lejos de donde todo comenzó.
A los Tirabassis les preocupa que se sepa dónde viven ya que temen que les roben “La gente todavía piensa que tenemos mucho dinero”, dice Vinny.
El Dodge Charger y el Hummer ya no son suyos. El Cadillac está guardado, necesita unos arreglos que ahora no se pueden permitir. Para sus traslado o usa el autobús o usa una bicicleta eléctrica de un rosa chillón.
También han desaparecido muchos de sus “amigos”, gente a la que prestaron dinero y de la que no han vuelto a tener noticias.
La familia Tirabassis aconseja a otros ganadores de la lotería que desconfíen de compartir sus ganancias.”Guárdalo para ti mismo y no confíes en nadie más que en tu familia”, dice ella.
En lugar llorar por los millones perdidos, Sharon se está concentrando en criar a sus hijos con buenos valores. “Les estoy intentando enseñar que para tener dinero hay que trabajar” dice Tirabassi.
“De vez en cuando me piden dinero y les digo que no se lo puedo dar hasta que no me paguen mi sueldo.” Les acostumbro a tener que esperar para disfrutar del dinero.
TOMA EL DINERO Y CORRE
Ontario Lottery and Gaming Corp. no tiene un protocolo para hacer un seguimiento de los ganadores. Tampoco es obligatorio que los ganadores contacten con un asesor financiero.
“No tendríamos ninguna manera de hacer que los ganadores cumplan con los requisitos … las personas son adultas y necesitan poder tomar sus propias decisiones”, dijo el portavoz Don Pister.
Dijo que es “bastante, bastante raro, afortunadamente” que los ganadores gasten sus fondos tan rápidamente, aunque sin un sistema para registrarse, es imposible saberlo.
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